Las venden generalmente en paradas de colectivo y estaciones de tren. En mas de una oportunidad pase por al lado de ellas y siempre las esquivé. No es que no me interesase probarlas, pero como casi todo el mundo, ando siempre apurado sin tiempo para parar si quiera un minuto.
Un día en esos que no iba con tanta prisa, frené y pedí una para llevar. Mientras se terminaba de cocinar, entreviste al estilo elgourmet.com a quien las vendía.
Son una especie de pan plano, hecho a base de agua y harina. Miguel, el señor de pocas palabras que las hacia, me aseguraba que les ponía manteca. Pero yo no le creo. En un producto de precio final $2 eso es casi imposible. Probablemente usen grasa, o a lo sumo margarina.
Las hacen vuelta y vuelta en una parrilla con unas insipientes brasas que prenden ya a las 4:30 h de la mañana, horario que comienzan la jornada.
A medida que se van cociendo las van pinchando - con la misma espátula de pintor que usan para darlas vuelta y servirlas en bolsas de papel madera- para que no se inflen. Esto logra una masa crujiente por fuera y a la vez húmeda y apelmazada por dentro. A mi gusto un poco pesada para comenzar el día.
La maridé con un café con leche de carrito que también vendían en la estación, y me fui con tortilla en mano caminando, chocho por haber develado lo que para mi era un misterio.
2 comentarios:
No puedo creer que las probaste!! ja yo tambien siempre paso y nunca me animo!
abrazo
Jero
Igual no entendi si son ricas o no!
Publicar un comentario