A veces me pregunto como puede ser que una lata de Coca Cola, una botella de Sprite, o la bebida gaseosa que sea puede salpicarme a mí y todo mi alrededor si fui yo quien con mis propios ojos vi como el camarero muy sereno la trajo en su bandeja antideslizante a la mesa. O peor aún, fui yo quien con mis propias manos la tomé de la góndola del supermercado, la pasé por la caja y la lleve a mi casa sin mucho mas ajetreo. Es entonces cuando pienso en todo el camino que esa pobre botella hizo hasta llegar a mí y por todas las manos que paso antes de disponerse a la venta del consumidor final. De la fabrica a un deposito, y de ahí al supermercado o al restaurante para descansar placidamente en una góndola o en una heladera. Sigo pensando y concluyo que no es posible esta teoría. Entonces pienso en los camiones que las transportan, el tráfico de la ciudad, los semáforos y demás. Pero todavía no me cierra la idea del bamboleo. Hasta que en uno de mis tantos viajes diarios de la cocina a la cámara veo como Jere, el barman de Deriva, espera en el entre piso de un incomodo deposito de bebidas que Ale, bachero del mismo lugar, le alcance todo el pedido de bebidas que recién dejaron ahí esos hombres vestidos de rojo con carritos divertidos y arneses incomprensibles. Mi asombro fue instantáneo. La mejor forma que consiguieron de apurar la tarea no fue otra que arrojar las cajas y los packs de bebidas cual ladrillos en una construcción. Y fue entonces cuando entendí porque a veces las gaseosas nos traicionan y tanto cuidado hay que tener si no queremos terminar todos pringosos.
3 comentarios:
te paso alguna vez llevar la botella a la mesa y que explote ahi en los comensales???
Medio que me imaginaba que lo hacian asi. Pero lo que mas me sorprende es la fuerza del pibe que las tira! Tiro un monton y altisimo! yo a la tercera me mori y pido el cambio
jajaja estos tipos tiran todo, y el mozo da la cara cuando la gaseosa explota.. bieen!!!!
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