Resulta un poco difícil para mi hablar del mate si son contadas con los dedos de las manos las veces que lo tomé o mejor dicho compartí una ronda de mate.
Pero es inevitable y hay dos razones principales que me obligan a hacerlo. La primera, es la acusación de mi amigo personal Barto, quien ya en reiteradas oportunidades, y con algo de razón, acuso a este blog y por ende a mi persona de ser muy yankie. Se ve que los artículos de Satbucks, Pizza Hut, Belleza Americana, el Popcorn y Thanksgiving Day mostraron una inclinación americana del mismo. Pero en mi defensa, aunque no reniego de mi gusto ameriquen, dejame decirte Barto que también escribí sobre el moscato, la pizza y la fainà, los ñoquis del 29, el revuelto de Gramajo, los clásicos porteños, el mondongo, el alfajor Capitán del Espacio, el whisky Criadores y el chocolate con churros.
Y la segunda razón que me lleva a escribir sobre el Mate, y creo yo es la principal, es la reciente designación del vino como bebida nacional argentina a cargo de un decreto de la presidenta CFK quien destaca su origen clerical, y su aporte a la salud en dosis moderada ya que como dijo Cristina; “Todo exceso hace mal”
En su blog, Fondodeolla.com,Juan Carlos Fola aborrece este decreto al cual acusa de seguir un interés económico mas que cultural y propone en cambio al mate como la bebida nacional Argentina.
Si bien su origen no es completamente argentino ya que se dió en la región donde habitaban los pueblos originarios guaranies (noreste de Argentina junto a algunas zonas de Paraguay, Uruguay y el sur de Brasil), el consumo del mate si es bien rioplatense. “Primero el sol se olvidará de nacer por el oriente antes de que el argentino deje de tener una pava sobre el fuego y una mate cargado sobre la mesa, lista para ofrecerlo al amigo o al huésped” (Cunningham Graham)
Esta compuesto por hojas de yerba secas molidas y agua caliente (sin hervir) y se toma en un recipiente llamado mate (que significa calabacín en quechua) que puede ser de calabaza, madera, vidrio, plástico, porcelana o metal y con una bombilla que hace las veces de filtro para que el agua pase a nuestra boca sin restos de yerba.
El consumo del mate tiene dos vertientes: por una parte es una habito que en el noreste argentino y en el Uruguay se toma como se fuma. Casi sin darse cuenta. En la casa, en el trabajo, en la escuela, en la facultad, en el auto e incluso hasta en la moto y en el colectivo. La otra vertiente – y a la cual hago mayor hincapié- es mas ceremonial, amistosa, charlada y lenta. En esta, las masitas, los bizcochos, las tortas fritas y los cuernitos cumplen la misma función que los cakes, scons, muffins y masas secas hacen en el ritual del té de los ingleses.
De sabor amargo, por eso hay quienes optan por endulzarlo con un poco de azúcar, el mate es algo más que una bebida. Es, según el antropólogo Daniel Vidart, una tradición que vence las costumbres aislacionistas del criollo y empareja las clases sociales. Es que el mate se suele tomar en lo que se denomina rondas o ruedas que no son mas que reuniones de amigos, familiares y seres queridos que lo pasan de mano en mano y de boca en boca “…y el que hiciese asco a semejante consumismo mas que proudoniano, ofendería mortalmente al americano para quien el mate es un compañero de la soledad, un excitante de la conversación, un contraveneno segurísimo del tedio” (Cunningham Graham). El consumo del mate, que ya cebarlo es todo un arte, es una especie de acto cultural lleno de simbolismos, tradiciones y con un lenguaje y vocabulario que vale la pena destacar. Matear, cebar, matera, curar, ensillar, mate del sonso, dar las gracias, quedarse rengo y mate de guri son solo algunas de ellas. El que más me gusto, y con este me despido, es el mate del estribo. Este es el último mate que se le ceba a una persona antes de irse de la ronda y hace referencia a aquello de subirse al caballo y tomar el último mate en el estribo justo antes de partir.
El mate toma tanta parte en las costumbres de la vida argentina que puede ser preparado de mil modos y adaptarse a los caprichos y exigencias de cada uno. Amargo, dulce, cocido, con hierbas, con leche, y hasta con jugo de naranja frío (Tereré) y en formato de gaseosa (Nativa) - ya fuera del mercado-.
No soy consumidor de mate, tampoco lo soy de vino, pero creo al igual que Juan Carlos Fola y a diferencia de CFK que el primero merece un reconocimiento mucho más que el segundo.
2 comentarios:
jajaja gordo gracias por la "dedicacion" de este blog, pero yo no hablaba de que escribas de cosas mas argentas, sino de cosas mas raras y que algun dia nos cocines como la vez de la comida oriental y esas cosas!!!
excelente como siempre, y antes que el vino, si o si el mate, y tambien la cervezaaaa!!!
Obviamente es con fines económicos la designación del Vino como bebida nacional. Igual, no creo que los ¨Materos¨ se enojen con esta designación, ya que va mas allá, como bien vos explicas. Es toda una tradición, una cultura. Es probable que los mismísimos vitivinicultores produzcan el vino, acompañados de un termo y un mate.
Mencion especial (me permitis?): A los uruguayos, que se dice que tienen un brazo menos, justamente por llevar el termo bajo el brazo y el mate en la mano.
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