Por Marce de "Futbol para Marce"
Escribir de la cocina y el futbol es muy difícil. Parecería que no van de la mano. O se come bien, o miras futbol comiendo mal. No solo en los estadios, donde venden hamburguesas de rata y panchos recalentados, pero también en la casa de cada uno y en los lugares donde sale para ver partidos. Ver un partido de futbol mientras se come una comida exquisita parece ser un desperdicio de alguno de los dos. Si estas comiendo algo tan rico y elaborado, merece la atención suficiente como para aprovecharla. Y ahí estaríamos descuidando el futbol, que si te juntaste a verlo no vas a querer distraerte con una comida. Pocas veces se cocina para una reunión de futbol. Solo el asado parece ser lo que está permitido cocinar. Si no, el supermercado da muchas opciones para comer algo rico y no muy elaborado.
Abrir un bar/restaurante siempre fue uno de mis sueños. Siempre soñé con ambientarlo hacia el deporte, con decoraciones más originales que una remera firmada o un banderín colgado. La idea es que la gente vaya los dias de eventos deportivos para desprenderse de la casa y ver su deporte preferido rodeado de otra gente que lo disfruta como él. Supongo que la gente vendría. Pero el mayor desafío sería la comida. Así que pensando un poco en el mix “Futbol- Alimento”, se me ocurrió crear mi propio negocio: El Fut-Food. Una combinación entre comidas ricas y fáciles de preparar, para que cualquiera que vea la tele pueda despreocuparse de la comida. Así nacieron mis 10 combos futboleros:
Combo 1 “Charrúa”: Churros rellenos de dulce de leche o crema pastelera. Acompañados por cubanitos y dulce de leche. Para beber hay leche chocolatada.
Combo 2 “Mex”: Nachos con queso derretido y palta. Cerveza individual y fría para tomar.
Combo 3 “Azzurra”: Pizza tamaño grande con Coca Cola para tomar.
Combo 4 “Americano”: Pochoclo dulce o salado. Gaseosas cola Large size y de regalo una pelota inflable.
Combo 5 “Gourmet”: Picada especial. Variedades de queso y jamón, acompañado por salame, y salsas varias para mojar las papas fritas. Bebidas cola en tamaño regular.
Combo 6 “Salud”: Agua de litro bien fria para acompañar la exquisita ensalada de frutas para compartir.
Combo 7 “Toasted”: Sándwiches de miga en óptimas condiciones para tostarlas en tu tostadora de pan. Las papas fritas para rellenar vienen incluidas. Fanta es la bebida para acompañar, con hielo.
Como 8 “El Té”: Facturas a elección. La bebida a elección entre Gaseosas, Jugos, Café y Mate. De ser Mate la elección, un mini termo de regalo con la bandera estampada de tu equipo preferido.
Combo 9 “El Special”: Hamburguesas completas con cebolla cocinada con manteca y chimichurri. Porción de papas fritas y Bebida a elección.
Combo 10 “Alemán”: Frankfurters alemanes acompañados de balde de cerveza.
Cual sería tu combo preferido? Alguna sugerencia para mi emprendimiento?
Espero que les haya gustado. De todas maneras volveré a escribir de futbol ya que en la cocina me cagan a goles.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Juez, cambio!
Lo propuso Marce, de Futbol para Marce y la idea a Nachef le gustó. Escribir sobre futbol y comida juntando dos pasiones para un blog, mientras el otro hace lo propio para el del otro, es un desafío interesante que abre un abanico de temas.
Nachef y Futbol para Marce nacieron casi al mismo tiempo. Juntos emprendimos esta aventura de expresar nuestras ideas semana tras semana mediante un blog. Cada uno iba a escribir sobre lo que mas le apasionaba: Nachef de cocina y Marce de Futbol. Cada uno sabe muy poco del otro por lo que nunca íbamos a escribir de lo mismo. Pero llegando a fin de año decidimos darnos un lujo, jugarnos un poco y hacer un cambiaso. Nacho escribiría de cocina en el blog de futbol, y Marce escribiría de futbol en el blog de cocina. Para ir al post de Nachef presiona aquí y para ir al post de Marce presiona aquí.
Esperemos que les guste!
Saludos
Marce y Nacho.
Nachef y Futbol para Marce nacieron casi al mismo tiempo. Juntos emprendimos esta aventura de expresar nuestras ideas semana tras semana mediante un blog. Cada uno iba a escribir sobre lo que mas le apasionaba: Nachef de cocina y Marce de Futbol. Cada uno sabe muy poco del otro por lo que nunca íbamos a escribir de lo mismo. Pero llegando a fin de año decidimos darnos un lujo, jugarnos un poco y hacer un cambiaso. Nacho escribiría de cocina en el blog de futbol, y Marce escribiría de futbol en el blog de cocina. Para ir al post de Nachef presiona aquí y para ir al post de Marce presiona aquí.
Esperemos que les guste!
Saludos
Marce y Nacho.
lunes, 27 de diciembre de 2010
El mejor regalo
La navidad se terminó y tengo que decir que Papa Noel se porto mas que bien. De todos lo regalos que me trajo, muchos de ellos vinculados a la gastronomía (libros, cuchillo, accesorios, cronometro y termómetro) hay uno que fue el que más me gustó.
Se trata de un “juguete” para la pileta, de la familia de los inflables (botes, colchonetas, piletas, ruedas, pelotas, toboganes, arcos, aros, delfines, orcas, cocodrilos, etc.) que consta de una gran rueda flotante con una hielera en el centro de capacidad para 24 latas + hielo y cinco posavasos en su alrededor.
Espero ansioso la oportunidad para estrenarlo aunque tengo que admitir que ya hice la prueba de flote. Queda por corroborar su capacidad de frío y almacenaje además de su utilidad y practicidad.
Se trata de un “juguete” para la pileta, de la familia de los inflables (botes, colchonetas, piletas, ruedas, pelotas, toboganes, arcos, aros, delfines, orcas, cocodrilos, etc.) que consta de una gran rueda flotante con una hielera en el centro de capacidad para 24 latas + hielo y cinco posavasos en su alrededor.
Espero ansioso la oportunidad para estrenarlo aunque tengo que admitir que ya hice la prueba de flote. Queda por corroborar su capacidad de frío y almacenaje además de su utilidad y practicidad.
(Girl is not included)
sábado, 25 de diciembre de 2010
Gourmet Punta
No soy un especialista en la materia pero creo que mis mas de 20 veranos en Punta del Este me dan autoridad suficiente para hablar al respecto.
Por ahí no puedo recomendar un buen restaurante para ir a comer, que de hecho son muchos y cada vez hay mas, pero si me atrevo a repasar en mi memoria todas esas cosas propias de Punta del Este y Uruguay que tanta alegría me han dado.
Lamentablemente, con la globalización y principalmente con el Mercosur, muchas de estas cosas se fueron perdiendo. Las góndolas del Disco y del Devoto se plagaron de marcas internacionales que nos confunden e idiotamente nos hacen elegir unas Lays antes que unas Manolo o unas Oreo antes que unas Bridge. Lo mismo pasa cuando salimos a comer y en vez de elegir a los ya desaparecidos “La Fragata” y “Chopp Garden”, al cual mis papas todavía le dicen “Bier Garden”, terminamos sentados en una mesa de Mac Donalds o un Sushi Club. Por eso, para los nostálgicos como yo, les propongo el ejercicio de recordar y si van a punta, pensar dos veces antes de comprar.
Por mi parte pienso ir este verano dos días para ahí y ya me preocupa como voy a hacer para revivir todos estos momentos en tan poco tiempo.
El dulce de leche La Pataia y su visita al tambo
Los productos de Conaprole
La chocolatada Colet
Los sándwiches llenos de arena en la playa
El pan catalan o tortuga
Alfajores Punta Ballena
El chivito canadiense de La pasiva
Los frankfurters con panceta y queso y pan cortado por arriba
El tortugon de El Grillo
La cerveza Pilsen, Norteña o Patricia
La grapamiel
Las galletitas Lulú
El vino tannat
Los cafeteros en la playa al grito de “Café-Café, amargo, dulce, semi-dulce, café”
Los barquillos y su ruleta que hacen la compra un poco mas emocionante
La harina Cololò
La pizza rectangular y por metro
Las salchichas Cativelly y Otonello
El agua Salus
Los pastelitos de membrillo y batata del puerto mientras miramos la fileteada de los pescadores
Los cigarrillos Nevada
La fondue de Daiquiri
Churros Manolo y su simpática cartelera de precios con churros exclamando su gusto: “Yo soy de Dulce de Leche” “Yo soy de crema” “Yo soy común”
Las tortas de King Sao
Medialunas calentitas
Rabas de Artico
Y muchas tantas otras cosas por recordar que solo los que hayan ido varias veces pueden entender.
Por ahí no puedo recomendar un buen restaurante para ir a comer, que de hecho son muchos y cada vez hay mas, pero si me atrevo a repasar en mi memoria todas esas cosas propias de Punta del Este y Uruguay que tanta alegría me han dado.
Lamentablemente, con la globalización y principalmente con el Mercosur, muchas de estas cosas se fueron perdiendo. Las góndolas del Disco y del Devoto se plagaron de marcas internacionales que nos confunden e idiotamente nos hacen elegir unas Lays antes que unas Manolo o unas Oreo antes que unas Bridge. Lo mismo pasa cuando salimos a comer y en vez de elegir a los ya desaparecidos “La Fragata” y “Chopp Garden”, al cual mis papas todavía le dicen “Bier Garden”, terminamos sentados en una mesa de Mac Donalds o un Sushi Club. Por eso, para los nostálgicos como yo, les propongo el ejercicio de recordar y si van a punta, pensar dos veces antes de comprar.
Por mi parte pienso ir este verano dos días para ahí y ya me preocupa como voy a hacer para revivir todos estos momentos en tan poco tiempo.
El dulce de leche La Pataia y su visita al tambo
Los productos de Conaprole
La chocolatada Colet
Los sándwiches llenos de arena en la playa
El pan catalan o tortuga
Alfajores Punta Ballena
El chivito canadiense de La pasiva
Los frankfurters con panceta y queso y pan cortado por arriba
El tortugon de El Grillo
La cerveza Pilsen, Norteña o Patricia
La grapamiel
Las galletitas Lulú
El vino tannat
Los cafeteros en la playa al grito de “Café-Café, amargo, dulce, semi-dulce, café”
Los barquillos y su ruleta que hacen la compra un poco mas emocionante
La harina Cololò
La pizza rectangular y por metro
Las salchichas Cativelly y Otonello
El agua Salus
Los pastelitos de membrillo y batata del puerto mientras miramos la fileteada de los pescadores
Los cigarrillos Nevada
La fondue de Daiquiri
Churros Manolo y su simpática cartelera de precios con churros exclamando su gusto: “Yo soy de Dulce de Leche” “Yo soy de crema” “Yo soy común”
Las tortas de King Sao
Medialunas calentitas
Rabas de Artico
Y muchas tantas otras cosas por recordar que solo los que hayan ido varias veces pueden entender.
martes, 21 de diciembre de 2010
Comida de Navidad
Al menos en mi familia la comida de navidad se ha vuelto los últimos años en todo un tema cuando se acercan las fiestas. Es que al parecer, cuando éramos chicos la comida mucho no nos interesaba ya que toda nuestra fuerza y atención estaba concentrada en la llegada del gordo, el arbolito y los regalos. Por eso eran nuestras madres (la mía y la de mis primos) las que se encargaban de abastecer la mesa navideña con los platillos mas típicos.
Modalidad que aun se mantiene a pesar de algunos intentos fallidos encabezados por mi hermano unmigone que un año propuso encargarse de hacer un asado pero fue en vano ya que nuestras madres igualmente plagaron la mesa de sabores navideños. Por eso se limito en los últimos años a solicitarle a Nelly, la chica que trabaja en la casa de mis abuelos, que prepare sus deliciosas croquetas de pollo que ya son un éxito y por supuesto son las primeras en terminarse.
Pero la verdad es que a mi el tema mucho no me interesa. Por eso, a pesar de mi condición de cocinero, trato de no involucrarme mucho ya que respeto a quienes hace al menos 26 diciembres se encargan de la comida navideña. Aunque tengo que confesar que no deja de llamarme la atención como en tantos años el menú no ha sufrido alteración alguna.
El lechón, la pavita, el pionono, los huevos rellenos, la bolitas de melón, la ensalada de tomate, el vithel tone, la pascualina y alguna otra cosa que no me acuerdo ahora visten la mesa todos los años y lo hacen probablemente en las mismas bandejas y recipientes cada vez rodeando un bandejon con quesos y jamones enrollados creyéndose estar presentados de una manera canchera y gourmet.
Lo que mas me llama la atención de todo esto es que pasaron ya 26 años y las recetas de estos platos siguen siempre iguales. Mantienen los ingredientes al pie de la letra y a nadie se le ocurrió siquiera incorporarles ingredientes un poco mas actuales como pueden ser la rucula, la palta, la espinaca, los hongos, los tomates secos y demás, que hace 26 años por ahí ni se conocían pero hoy ya son de uso corriente en nuestras casas.
Al igual que me pregunto porque siguen condimentando las ensaladas al estilo francés de los años 50 con mayonesas y cremas cuando la tendencia, al menos en los últimos 10 años es hacerlo simplemente con oliva y aceto.
Imagino, aunque me cueste caro decirlo, una mesa navideña renovada con tartas de puerro y panceta o brócoli y chorizo, así como también imagino una súper ensalada caesar al lado de una ensaladera con ruculas sueltas, parmesano, jamón crudo y tomates secos y porque no unos nachos con guacamole y algún queso con ciboullette. Acompañantes perfectos de una quesadilla con hongos y romero que solo necesitan calentarse 5 minutos en el horno. Preparaciones simples y rápidas pero un poco mas actualizada a los paladearas acostumbrados del 2010.
Y así me pregunto y se me ocurren tantas otras cosas que prefiero guardarlas ya que no quiero ofender a las madres que con tanto cariño preparan la comida para esa noche. Y aunque cueste creerlo disfruto y aprovecho cada una de las vueltas que doy por la mesa para servirme una y otra vez esa clásica comida de navidad que lamentablemente comeré los tres días que le siguen a la noche buena pero que lamentablemente también no lo volveré hacer hasta el próximo diciembre.
Modalidad que aun se mantiene a pesar de algunos intentos fallidos encabezados por mi hermano unmigone que un año propuso encargarse de hacer un asado pero fue en vano ya que nuestras madres igualmente plagaron la mesa de sabores navideños. Por eso se limito en los últimos años a solicitarle a Nelly, la chica que trabaja en la casa de mis abuelos, que prepare sus deliciosas croquetas de pollo que ya son un éxito y por supuesto son las primeras en terminarse.
Pero la verdad es que a mi el tema mucho no me interesa. Por eso, a pesar de mi condición de cocinero, trato de no involucrarme mucho ya que respeto a quienes hace al menos 26 diciembres se encargan de la comida navideña. Aunque tengo que confesar que no deja de llamarme la atención como en tantos años el menú no ha sufrido alteración alguna.
El lechón, la pavita, el pionono, los huevos rellenos, la bolitas de melón, la ensalada de tomate, el vithel tone, la pascualina y alguna otra cosa que no me acuerdo ahora visten la mesa todos los años y lo hacen probablemente en las mismas bandejas y recipientes cada vez rodeando un bandejon con quesos y jamones enrollados creyéndose estar presentados de una manera canchera y gourmet.
Lo que mas me llama la atención de todo esto es que pasaron ya 26 años y las recetas de estos platos siguen siempre iguales. Mantienen los ingredientes al pie de la letra y a nadie se le ocurrió siquiera incorporarles ingredientes un poco mas actuales como pueden ser la rucula, la palta, la espinaca, los hongos, los tomates secos y demás, que hace 26 años por ahí ni se conocían pero hoy ya son de uso corriente en nuestras casas.
Al igual que me pregunto porque siguen condimentando las ensaladas al estilo francés de los años 50 con mayonesas y cremas cuando la tendencia, al menos en los últimos 10 años es hacerlo simplemente con oliva y aceto.
Imagino, aunque me cueste caro decirlo, una mesa navideña renovada con tartas de puerro y panceta o brócoli y chorizo, así como también imagino una súper ensalada caesar al lado de una ensaladera con ruculas sueltas, parmesano, jamón crudo y tomates secos y porque no unos nachos con guacamole y algún queso con ciboullette. Acompañantes perfectos de una quesadilla con hongos y romero que solo necesitan calentarse 5 minutos en el horno. Preparaciones simples y rápidas pero un poco mas actualizada a los paladearas acostumbrados del 2010.
Y así me pregunto y se me ocurren tantas otras cosas que prefiero guardarlas ya que no quiero ofender a las madres que con tanto cariño preparan la comida para esa noche. Y aunque cueste creerlo disfruto y aprovecho cada una de las vueltas que doy por la mesa para servirme una y otra vez esa clásica comida de navidad que lamentablemente comeré los tres días que le siguen a la noche buena pero que lamentablemente también no lo volveré hacer hasta el próximo diciembre.
Lo que no me gusta
Creo que son pocas las cosas que no me gustan. Antes, no hace mucho tiempo, podía incluir en esta lista a alimentos como los hongos, la panceta y el jamón crudo. Hoy, un tiempo después, si bien no son santos de mi devoción, puedo comerlos e incluirlos sin ninguna restricción en mis comidas.
Pero a quien aun no puedo tolerar y mucho menos tragar es a la aceituna. Ese maldito fruto del olivo que con su potente sabor es capaz de arruinar con tan solo una rodaja a toda una preparación. Pero no me las quiero agarrar con la pobre aceituna que no tiene la culpa de ser tan fea sino que prefiero despotricar con las personas que las incluyen en las comidas.
Odio a las aceitunas pero mucho mas odio a las personas que innecesariamente las agregan a las empanadas de carne, al pastel de papas, las pizzas, las ensaladas y las picadas. Odio que sin avisarme las incluyan en las comidas y que con su sabor amargo, nauseabundo y desagradable invadan al resto de la comida como creyéndose las dueñas del plato.
Sufro con encontrarme con una cada vez que muerdo una empanada que no hice yo e investigo cualquier pastel de papas antes de comerlo asegurándome que las malditas no estén ahí.
Según leí, en el rubro de los aceites, la demanda del de oliva supera a la oferta por falta de materia prima. Excusa perfecta para dejar a las aceitunas destinadas exclusivamente a la producción de aceites.
Por eso pido mediante este blog unirse a la cruzada mía y soñar con una cocina sin aceitunas y un mundo libre de olivas.
Pero a quien aun no puedo tolerar y mucho menos tragar es a la aceituna. Ese maldito fruto del olivo que con su potente sabor es capaz de arruinar con tan solo una rodaja a toda una preparación. Pero no me las quiero agarrar con la pobre aceituna que no tiene la culpa de ser tan fea sino que prefiero despotricar con las personas que las incluyen en las comidas.
Odio a las aceitunas pero mucho mas odio a las personas que innecesariamente las agregan a las empanadas de carne, al pastel de papas, las pizzas, las ensaladas y las picadas. Odio que sin avisarme las incluyan en las comidas y que con su sabor amargo, nauseabundo y desagradable invadan al resto de la comida como creyéndose las dueñas del plato.
Sufro con encontrarme con una cada vez que muerdo una empanada que no hice yo e investigo cualquier pastel de papas antes de comerlo asegurándome que las malditas no estén ahí.
Según leí, en el rubro de los aceites, la demanda del de oliva supera a la oferta por falta de materia prima. Excusa perfecta para dejar a las aceitunas destinadas exclusivamente a la producción de aceites.
Por eso pido mediante este blog unirse a la cruzada mía y soñar con una cocina sin aceitunas y un mundo libre de olivas.
Un Lugar Especial
Así se promociona Chivito José, un restaurante de La Lucila (partido de Vicente López), especializado en hamburguesas, panchos, pizzas y por supuesto… chivitos.
Con orgullo luce en sus paredes autógrafos y dedicatorias de celebridades de la talla de Enzo Francescolli, Zulma Fayad y Graciela Alfano (todavía con Matías Alé). Paredes que no solo cuelga autógrafos sino también remeras de futbol argentinas y uruguayas además de las banderas de ambos países.
El best buy del lugar sin duda son los chivitos al estilo uruguayo. Que en este caso no lo llaman Chivito Canadiense como lo hacen del otro lado del Río de la plata sino que prefieren decirle “El Chivito de Siempre”.
Sándwich típico uruguayo que tiene sus comienzos allá por los años 50 de la mano de Antonio Carbonaro, dueño de El Mejillón en Punta del Este que no quiso decirle que no a una clienta y que como tantos otros éxitos mundiales, juntó lo que tenia y le hizo un sándwich que luego fue un éxito. Una historia que no está del todo clara.
Con los años el formato fue variando hasta ser lo que es hoy en día… un clásico y popular plato típico de la republica oriental.
Chivito José reproduce, para alegría de quienes creíamos que solo podíamos comer estos sándwiches un mes al año, este clásico a la perfección. Con su pan catalán original, esta maravilla esta compuesta por lomo (de vaca, no de chivo), jamón, queso, panceta, morrones, huevo duro, lechuga, tomate y aceitunas. También ofrecen la versión al plato (para dos personas) que viene con ensalada rusa, hongos y algo mas.
El menú chivito por $48 incluye: por supuesto el sándwich, acompañado de papas fritas (cortadas a mano y mas gordas que lo común) y gaseosa. En la misma carta, casi como una nota al pie de página, Chivito José sugiere comer el Chivito con todos los ingredientes tal como ellos lo proponen.
Otras opciones interesantes son sus panchos con jamón y muzarella (otro clásico uruguayo) y su pizza que también copia el formato de Uruguay y viene –como dicen ellos- por metro en vez de la clásica pizza redonda argentina.
En Libertador al 3800, en una esquina con inmenso cartel, este restaurante de comida típica uruguaya es ideal para comer rico, rápido, barato y algo distinto.
Con orgullo luce en sus paredes autógrafos y dedicatorias de celebridades de la talla de Enzo Francescolli, Zulma Fayad y Graciela Alfano (todavía con Matías Alé). Paredes que no solo cuelga autógrafos sino también remeras de futbol argentinas y uruguayas además de las banderas de ambos países.
El best buy del lugar sin duda son los chivitos al estilo uruguayo. Que en este caso no lo llaman Chivito Canadiense como lo hacen del otro lado del Río de la plata sino que prefieren decirle “El Chivito de Siempre”.
Sándwich típico uruguayo que tiene sus comienzos allá por los años 50 de la mano de Antonio Carbonaro, dueño de El Mejillón en Punta del Este que no quiso decirle que no a una clienta y que como tantos otros éxitos mundiales, juntó lo que tenia y le hizo un sándwich que luego fue un éxito. Una historia que no está del todo clara.
Con los años el formato fue variando hasta ser lo que es hoy en día… un clásico y popular plato típico de la republica oriental.
Chivito José reproduce, para alegría de quienes creíamos que solo podíamos comer estos sándwiches un mes al año, este clásico a la perfección. Con su pan catalán original, esta maravilla esta compuesta por lomo (de vaca, no de chivo), jamón, queso, panceta, morrones, huevo duro, lechuga, tomate y aceitunas. También ofrecen la versión al plato (para dos personas) que viene con ensalada rusa, hongos y algo mas.
El menú chivito por $48 incluye: por supuesto el sándwich, acompañado de papas fritas (cortadas a mano y mas gordas que lo común) y gaseosa. En la misma carta, casi como una nota al pie de página, Chivito José sugiere comer el Chivito con todos los ingredientes tal como ellos lo proponen.
Otras opciones interesantes son sus panchos con jamón y muzarella (otro clásico uruguayo) y su pizza que también copia el formato de Uruguay y viene –como dicen ellos- por metro en vez de la clásica pizza redonda argentina.
En Libertador al 3800, en una esquina con inmenso cartel, este restaurante de comida típica uruguaya es ideal para comer rico, rápido, barato y algo distinto.
jueves, 16 de diciembre de 2010
Asado de obra
No pude evitar pensar en el asado de obra cuando ayer vi en la pizarra de la carnicería de la esquina de casa, a eso de las doce del mediodía, como anunciaban con bombos y platillos a modo de gran ofertón, a la falda y la marucha con precios mas que tentadores.
Estos dos cortes, considerados de tercera calidad en la media res de la vaca, son ideales para cocciones en la parrilla. Es por esto, y por su bajo precio sobre todas las cosas, que son los mas elegidos por los empleados de la construcción para llevar a cabo sus clásicos banquetes.
La falda, con un precio menor a los $15 por kilo, es la parte del pecho del costillar. Es decir el final del asado de tira. Y por su parte la marucha, vendría a ser la tapa del bife ancho. En animales chicos ni siquiera la diferencian del mismo. De ahí la terneza de ambos cortes que muchas veces son mal despreciados por un exceso en hueso y grasa aunque dicen son de gran sabor.
Estos asados son los que desprenden ese olorcito los días de semana al medio día y que cuando pasamos cerca de alguna obra nos decimos: “que HDP el asadito que se van a clavar ahí adentro”. Aunque hoy, por cuestiones de precios, están cayendo en desuso o quedando reservados para días especiales como aquellos en los que se lleno una loza, se termino el techo o se hizo una limpieza general.
Me acuerdo cuando mi papa me llevaba de chico a las obras en las que el trabajaba y yo miraba con desprecio las primitivas parrillas de los obreros con esos desconocidos cortes de carne y rezaba por que me lleven a comer a algún Mac Donalds o a la estación de servicio mas cercana. Hoy lo lamento.
Dicen los que alguna vez tuvieron la suerte de estar en uno que el sabor de estos asados es inconfundible.
Prenden el fuego con lo que encuentran por ahí y lo hacen sobre un resto de chapa acanalada, una carretilla o directamente en el piso. Sobre una improvisada parrilla agarrada con alambre tiran la carne y se sientan a esperar. La comen sentados en troncos o tablones sobre un pedazo de pan o directamente cortan la carne sobre una madera empolvada que le da ese gustito especial.
Después del banquete, una siesta obligada para apaciguar los efectos del vino de cartón que tomaron probablemente de contrabando sin que el capataz los viera.
Una tradición bien argentina que todavía se puede ver en las obras, aunque cuesta un poco mas, y que espero alguna vez tener el agrado de compartir.
Estos dos cortes, considerados de tercera calidad en la media res de la vaca, son ideales para cocciones en la parrilla. Es por esto, y por su bajo precio sobre todas las cosas, que son los mas elegidos por los empleados de la construcción para llevar a cabo sus clásicos banquetes.
La falda, con un precio menor a los $15 por kilo, es la parte del pecho del costillar. Es decir el final del asado de tira. Y por su parte la marucha, vendría a ser la tapa del bife ancho. En animales chicos ni siquiera la diferencian del mismo. De ahí la terneza de ambos cortes que muchas veces son mal despreciados por un exceso en hueso y grasa aunque dicen son de gran sabor.
Estos asados son los que desprenden ese olorcito los días de semana al medio día y que cuando pasamos cerca de alguna obra nos decimos: “que HDP el asadito que se van a clavar ahí adentro”. Aunque hoy, por cuestiones de precios, están cayendo en desuso o quedando reservados para días especiales como aquellos en los que se lleno una loza, se termino el techo o se hizo una limpieza general.
Me acuerdo cuando mi papa me llevaba de chico a las obras en las que el trabajaba y yo miraba con desprecio las primitivas parrillas de los obreros con esos desconocidos cortes de carne y rezaba por que me lleven a comer a algún Mac Donalds o a la estación de servicio mas cercana. Hoy lo lamento.
Dicen los que alguna vez tuvieron la suerte de estar en uno que el sabor de estos asados es inconfundible.
Prenden el fuego con lo que encuentran por ahí y lo hacen sobre un resto de chapa acanalada, una carretilla o directamente en el piso. Sobre una improvisada parrilla agarrada con alambre tiran la carne y se sientan a esperar. La comen sentados en troncos o tablones sobre un pedazo de pan o directamente cortan la carne sobre una madera empolvada que le da ese gustito especial.
Después del banquete, una siesta obligada para apaciguar los efectos del vino de cartón que tomaron probablemente de contrabando sin que el capataz los viera.
Una tradición bien argentina que todavía se puede ver en las obras, aunque cuesta un poco mas, y que espero alguna vez tener el agrado de compartir.
Pensar en Nada
Descubrí que el trabajo en la cocina, si bien tiene muchas cosas malas como horarios, francos, agotamiento físico y demás, hay una cosa que lo diferencia de los trabajos “convencionales”.
Si bien puede que este muy alejado de la realidad me imagino a un administrativo, esos afortunados que trabajan de Lunes a Viernes, de 10 a 18 h, en pleno ajetreo laboral atendiendo el teléfono que no para de sonar, respondiendo mails a mansalva, o recibiendo a compañeros, clientes y proveedores siempre con un problema nuevo bajo el brazo. Me lo imagino en un escritorio lleno de papeles y carpetas con tareas pendientes y la cabeza que le trabaja a mil revoluciones sin darle aunque sea un respiro para salir a comer, fumar un cigarrillo, tomar un café o si quiera levantarse para ir al baño.
En cambio en la cocina, un ámbito laboral que no descansa y en donde estamos parados y en constante movimiento las ocho horas de la jornada, con presiones y el acoso del tiempo que siempre nos corre, hay momentos - que los eh llamado Pensar en Nada- que no todos pueden disfrutar. Momentos que creo escasean en oficinas, estudios, y otros reductos laborales donde si bien muchas veces tienen tiempo de revisar mails personales, leer cuan diario deportivo hay en Internet, dar vueltas descalzo y hasta llegar e irse del trabajo cuando se les antoje, seguro nunca tendrán tiempo para pensar en nada.
Son momentos en que me despojo de toda responsabilidad, libero mi mente y me paro frente a un cajón de pollo para deshuesar, unas cajas de langostinos o calamares para limpiar, kilos de lechugas para lavar o una bolsa de papas para pelar y se que por los próximos 60 minutos aprox. nada ni nadie se atreverá a interrumpirme. Tanto mis manos como la tabla y el cuchillo que estoy usando ya están sucios. La tarea, de movimientos monótonos, repetitivos y casi automáticos, una vez empezada debe ser terminada. Los langostinos, los pollos, las papas peladas, las lechugas limpias y los calamares no pueden pasar mucho tiempo fuera de la heladera y mucho menos congelarse y descongelarse a piacere, así que por ese tiempo pasaré a ser un órgano independiente en el sistema, totalmente excluido y prescindible.
Son esos momentos en que aprovecho para liberarme de cualquier stress mental y dedicar mi cabeza, al menos por el tiempo que dure esa ardua pero placentera tarea, a pensar en cualquier otra cosa o simplemente en nada.
(este post, por ejemplo, fue escrito en mi cabeza en uno de esos momentos)
Si bien puede que este muy alejado de la realidad me imagino a un administrativo, esos afortunados que trabajan de Lunes a Viernes, de 10 a 18 h, en pleno ajetreo laboral atendiendo el teléfono que no para de sonar, respondiendo mails a mansalva, o recibiendo a compañeros, clientes y proveedores siempre con un problema nuevo bajo el brazo. Me lo imagino en un escritorio lleno de papeles y carpetas con tareas pendientes y la cabeza que le trabaja a mil revoluciones sin darle aunque sea un respiro para salir a comer, fumar un cigarrillo, tomar un café o si quiera levantarse para ir al baño.
En cambio en la cocina, un ámbito laboral que no descansa y en donde estamos parados y en constante movimiento las ocho horas de la jornada, con presiones y el acoso del tiempo que siempre nos corre, hay momentos - que los eh llamado Pensar en Nada- que no todos pueden disfrutar. Momentos que creo escasean en oficinas, estudios, y otros reductos laborales donde si bien muchas veces tienen tiempo de revisar mails personales, leer cuan diario deportivo hay en Internet, dar vueltas descalzo y hasta llegar e irse del trabajo cuando se les antoje, seguro nunca tendrán tiempo para pensar en nada.
Son momentos en que me despojo de toda responsabilidad, libero mi mente y me paro frente a un cajón de pollo para deshuesar, unas cajas de langostinos o calamares para limpiar, kilos de lechugas para lavar o una bolsa de papas para pelar y se que por los próximos 60 minutos aprox. nada ni nadie se atreverá a interrumpirme. Tanto mis manos como la tabla y el cuchillo que estoy usando ya están sucios. La tarea, de movimientos monótonos, repetitivos y casi automáticos, una vez empezada debe ser terminada. Los langostinos, los pollos, las papas peladas, las lechugas limpias y los calamares no pueden pasar mucho tiempo fuera de la heladera y mucho menos congelarse y descongelarse a piacere, así que por ese tiempo pasaré a ser un órgano independiente en el sistema, totalmente excluido y prescindible.
Son esos momentos en que aprovecho para liberarme de cualquier stress mental y dedicar mi cabeza, al menos por el tiempo que dure esa ardua pero placentera tarea, a pensar en cualquier otra cosa o simplemente en nada.
(este post, por ejemplo, fue escrito en mi cabeza en uno de esos momentos)
Carta a Papa Noel
Querido Santa,
Te parecerá extraño que te escriba por este medio pero se que me lees y se me hacía difícil dártela en mano. Y se también que es un poco tarde para escribir pero la verdad es que no tuve tiempo de hacerlo antes. Perdón.
Por eso, para hacértela mas fácil te dejo una lista para que puedas elegir alguna de las opciones. No están en orden de importancia así que como bien diría Karina Jelinek, la elección del regalo… la dejo a tu criterio.
- Cuchillo de chef para verduras. Mango blanco o negro, hoja fina. Marca Mundial, serie profesional.
- Libro Siete Fuegos de Francis Mallman
- Fabrica de pastas. Pastalinda
- Zapatos gastronómicos. Sueco de cuero. Color negro.
Espero no sea muy complicado ni exceda del presupuesto. Cuando quieras, ya que tu prominente barriga evidencia un gusto excesivo por la comida, te invito con algo.
Muchas gracias.
Saludos a Rudolf,
Nachef
Te parecerá extraño que te escriba por este medio pero se que me lees y se me hacía difícil dártela en mano. Y se también que es un poco tarde para escribir pero la verdad es que no tuve tiempo de hacerlo antes. Perdón.
Por eso, para hacértela mas fácil te dejo una lista para que puedas elegir alguna de las opciones. No están en orden de importancia así que como bien diría Karina Jelinek, la elección del regalo… la dejo a tu criterio.
- Cuchillo de chef para verduras. Mango blanco o negro, hoja fina. Marca Mundial, serie profesional.
- Libro Siete Fuegos de Francis Mallman
- Fabrica de pastas. Pastalinda
- Zapatos gastronómicos. Sueco de cuero. Color negro.
Espero no sea muy complicado ni exceda del presupuesto. Cuando quieras, ya que tu prominente barriga evidencia un gusto excesivo por la comida, te invito con algo.
Muchas gracias.
Saludos a Rudolf,
Nachef
lunes, 6 de diciembre de 2010
Casual Sunday
Estoy implementando poco a poco la idea de vestir casual los domingos en el trabajo. Mientras ejecutivos y oficinistas se despojan de sus trajes y visten informal los días viernes, casi como anticipando ya el fin de semana, nosotros en Deriva estamos haciendo lo propio los días domingo.
Empezó todo como un juego para ver quien llevaba la remera mas divertida, que por supuesto gane yo con mi “Rolling Stone 79” negra que me llega por la cintura y deja asomar el ombligo cuando levanto las manos al estilo Mick Jagger. Pero ahora, con la llegada del calor la cruzada suma una excusa mas y se convierte casi en oficial.
Por eso, todos los domingos - que son para nosotros nuestros días vísperas de franco-, donde se vive un clima mas relajado y alegre, al menos yo, me despojo de mi calurosa chaqueta de cocinero y asisto al trabajo en remera que por el momento para mantener la línea y la decencia son lisas negras o blancas.
¿Y por que no soñar con salir a comer alguna vez a un lugar de nombre T.G.I. Sunday?
Empezó todo como un juego para ver quien llevaba la remera mas divertida, que por supuesto gane yo con mi “Rolling Stone 79” negra que me llega por la cintura y deja asomar el ombligo cuando levanto las manos al estilo Mick Jagger. Pero ahora, con la llegada del calor la cruzada suma una excusa mas y se convierte casi en oficial.
Por eso, todos los domingos - que son para nosotros nuestros días vísperas de franco-, donde se vive un clima mas relajado y alegre, al menos yo, me despojo de mi calurosa chaqueta de cocinero y asisto al trabajo en remera que por el momento para mantener la línea y la decencia son lisas negras o blancas.
¿Y por que no soñar con salir a comer alguna vez a un lugar de nombre T.G.I. Sunday?
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