Al menos en mi familia la comida de navidad se ha vuelto los últimos años en todo un tema cuando se acercan las fiestas. Es que al parecer, cuando éramos chicos la comida mucho no nos interesaba ya que toda nuestra fuerza y atención estaba concentrada en la llegada del gordo, el arbolito y los regalos. Por eso eran nuestras madres (la mía y la de mis primos) las que se encargaban de abastecer la mesa navideña con los platillos mas típicos.
Modalidad que aun se mantiene a pesar de algunos intentos fallidos encabezados por mi hermano unmigone que un año propuso encargarse de hacer un asado pero fue en vano ya que nuestras madres igualmente plagaron la mesa de sabores navideños. Por eso se limito en los últimos años a solicitarle a Nelly, la chica que trabaja en la casa de mis abuelos, que prepare sus deliciosas croquetas de pollo que ya son un éxito y por supuesto son las primeras en terminarse.
Pero la verdad es que a mi el tema mucho no me interesa. Por eso, a pesar de mi condición de cocinero, trato de no involucrarme mucho ya que respeto a quienes hace al menos 26 diciembres se encargan de la comida navideña. Aunque tengo que confesar que no deja de llamarme la atención como en tantos años el menú no ha sufrido alteración alguna.
El lechón, la pavita, el pionono, los huevos rellenos, la bolitas de melón, la ensalada de tomate, el vithel tone, la pascualina y alguna otra cosa que no me acuerdo ahora visten la mesa todos los años y lo hacen probablemente en las mismas bandejas y recipientes cada vez rodeando un bandejon con quesos y jamones enrollados creyéndose estar presentados de una manera canchera y gourmet.
Lo que mas me llama la atención de todo esto es que pasaron ya 26 años y las recetas de estos platos siguen siempre iguales. Mantienen los ingredientes al pie de la letra y a nadie se le ocurrió siquiera incorporarles ingredientes un poco mas actuales como pueden ser la rucula, la palta, la espinaca, los hongos, los tomates secos y demás, que hace 26 años por ahí ni se conocían pero hoy ya son de uso corriente en nuestras casas.
Al igual que me pregunto porque siguen condimentando las ensaladas al estilo francés de los años 50 con mayonesas y cremas cuando la tendencia, al menos en los últimos 10 años es hacerlo simplemente con oliva y aceto.
Imagino, aunque me cueste caro decirlo, una mesa navideña renovada con tartas de puerro y panceta o brócoli y chorizo, así como también imagino una súper ensalada caesar al lado de una ensaladera con ruculas sueltas, parmesano, jamón crudo y tomates secos y porque no unos nachos con guacamole y algún queso con ciboullette. Acompañantes perfectos de una quesadilla con hongos y romero que solo necesitan calentarse 5 minutos en el horno. Preparaciones simples y rápidas pero un poco mas actualizada a los paladearas acostumbrados del 2010.
Y así me pregunto y se me ocurren tantas otras cosas que prefiero guardarlas ya que no quiero ofender a las madres que con tanto cariño preparan la comida para esa noche. Y aunque cueste creerlo disfruto y aprovecho cada una de las vueltas que doy por la mesa para servirme una y otra vez esa clásica comida de navidad que lamentablemente comeré los tres días que le siguen a la noche buena pero que lamentablemente también no lo volveré hacer hasta el próximo diciembre.
2 comentarios:
Apoyo a la nueva comida de navidad. Pero me rendí hace unos años. Luchar contra la costumbre es casi tan difícil como pelear contra los molinos de viento...
Me uno también a la cruzada.. aunque a mi no me molesta tanto la comida navideña. Lo que si, sumarle tragos...
Publicar un comentario