En Martínez, camino de casa al Instituto Argentino de Gastronomía (IAG), paso siempre por una panadería que parece haberse quedado en el tiempo. Hace ya mas de una año y medio que todos los miércoles a la mañana paso por la puerta de este lugar y la verdad es que siempre me llamó la atención.
Finalmente ayer, frente a una ya insostenible curiosidad y la necesidad de llevar a casa algo para desayunar con Mamá y Papá que llegaban de viaje, frené con el auto, saque un par de fotos y entré.
La fachada del lugar bien podría ser el de una panadería en los años 40 o bien sino una clásica panadería de zona rural. Pero nada de esto es así. En pleno barrio de Martínez, en el año 2010, ahí está ella. Ajena a cualquier cambio, como si el tiempo se hubiera detenido décadas atrás, y creyendo que en la vorágine del siglo XXI no fuese necesario renovarse.
Adentro, todo combinaba con el afuera. Atiende una señora de anteojos y rulos, avanzada en edad y entrada en kilos, con un simpático delantal de flores y volados atado a lo que alguna vez debió haber sido una cintura. Se paraba con teléfono en mano y oreja detrás de un deteriorado mostrador con antigua balanza panadera y vieja caja registradora.
Hablaba por teléfono vaya uno a saber con quien pero nunca dejo de hacerlo. Probablemente lo hacía con “La Cuñada”, Bety, del nuevo corte de pelo que se hizo “La Chola” (Amiga de toda la vida) o tal vez de la hija de “La Vecina” Nilda, que habría quedado embarazada de desconocido muchacho.
Yo mientras; observaba el lugar y esperaba ser atendido.
Vendían todo lo que una panadería de barrio debe vender. Cremonas, Libritos, Cuernitos, Bizcochos, Galletas, Grisines, Flautitas, Felipes y Mignones. Además de Facturas, Pepas, Polvorones y algunos pocos productos de almacén como Yerba Mate y Gaseosas (de las clásicas y las desconocidas).
Elegí para llevar media docena de facturas (dos media lunas, dos tortitas negras y dos vigilantes con membrillo y pastelera). Pagué con $50, previamente asegurándome que contaran con el cambio suficiente ya que no quería que me miren con mala cara y/o pregunten: “¿Más chiquitito no tenès?”
“No! No tengo! Si no te hubiese pagado con mas chico!” (Habría sido mi respuesta)
Las facturas gracias a dios estaban muy bien. Por lo menos en La Panadería, eso si era del día.
2 comentarios:
gordooooooo esta en la esquina de la estacion de San Isidro, a la vuelta de la calle Alvear?????
no se pero me suena mucho la foto ajajaja
Mmmm, no se bien la direccion. Pero no. Está a 3 cuadras de Yrigoyen (Continuacion alvear) y como a 10 de Santa Fe.
Gracias por dejar comentario siempre! Sos un idolo!
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